sábado, 15 de diciembre de 2018

SUPERVIVENCIA ESPIRITUAL (1 CORINTIOS 16:13-14)

SUPERVIVENCIA ESPIRITUAL








Velad, estad firmes en la fe; portaos varonilmente, y esforzaos.
Todas vuestras cosas sean hechas con amor.
1 Corintios 16:13-14 (RVR1960)





INTRODUCCIÓN

El mundo puede parecer un terreno inhóspito para los creyentes, lleno de tentaciones, pruebas, dolor, aflicción, injustica, enfermedad y muchas otras cosas terribles. La adversidad se ve como un desierto interminable o una montaña inexpugnable, donde la supervivencia espiritual está en juego. En nuestro interior una voz maligna nos dice que no hay una forma de superar los obstáculos, propone que rendirse es una opción obligatoria, y nuestro corazón se llena de desesperación. 

Nuestro Señor dijo que encontraríamos aflicciones en el mundo, pero también nos dio la herramientas para enfrentarnos a él (Juan 16:33). Todos los creyentes nacidos de nuevo hemos sido empoderados para vencer al mundo (1 Juan 5:4). Recorramos las escrituras para encontrar los elementos esenciales de la supervivencia espiritual, que permiten a los creyentes callar ese susurro diabólico que trata de doblegar nuestra voluntad, y esclavizarnos con el temor. 

ESTUDIO

Manténgase siempre en estado de alerta
 
La tentación puede llegar al creyente en diferentes formas, puede ser física, mental o espiritual. En cualquier caso, el denominador común es que conduce al pecado. La tentación es seductora, se vale de los deseos de la carne (Santiago 1:12-14) y solo la poderosa presencia del Espíritu Santo puede librarnos de ella (Romanos 7:5-6).
 
Satanás se encuentra al acecho permanentemente, buscando una oportunidad para atacar (1 Pedro 5:8), por lo que no podemos bajar la guardia en ningún momento. Ante esta situación, nuestro Señor Jesucristo nos recomienda mantenernos alerta y orar para no ser tentados (Mateo 26:41), puesto que nuestra propia carne puede traicionarnos.
 
Permanezca firmes en la fe
 
La fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve (Hebreos 11:1). Sin la fe es imposible agradar a Dios (Hebreos 11:6), puesto que para ser creyentes antes debemos haber creído en su existencia, que se hizo hombre y vivió entre nosotros (Juan 1:14) para salvarnos por medio de su muerte redentora.
 
La fe es tanto un fruto (Gálatas 5:22) como un don (1 Corintios 12:9) del Espíritu Santo. Hemos expresado nuestra fe cuando recibimos a Cristo como Señor y Salvador, pero el deseo de nuestro Señor es que nuestra fe crezca, hasta ser capaz de resistir las pruebas (Lucas 22:31-32) e incluso mover montañas (Mateo 17:20).
 
Tenga mucho valor 

Los creyentes debemos enfrentar peligros, críticas y amenazas constantemente. Si no estamos enfrentando algún nivel de persecución en el mundo, seguramente no estamos reflejando suficiente la luz de Cristo (Isaías 60:1). Ante estas aflicciones debemos mostrar rostros de león (1 Crónicas 12:8) y pelear la buena batalla (1 Timoteo 6:12).
 
La Palabra nos enseña que podemos clamar al señor para recibir valor para enfrentar las dificultades. Los primeros creyentes oraban para pedir denuedo para la predicación (Hechos 4:29). Denuedo significa sin miedo. El miedo es una de las estrategias de Satanás para evitar que los creyentes actúen, usa el miedo que paraliza. Renunciemos al miedo en el nombre de Cristo.
 
Denuedo también significa con confianza, y la Palabra nos enseña que los justos no tendrán temor, su corazón está firme, confiado en el Señor (Salmos 112:7). Tomemos esta poderosa promesa de la escritura para llenarnos de valor cuando nos enfrentemos a las pruebas. Tiene el respaldo del respaldo del creador de los cielos y la tierra.
 
Sea fuerte 

Para ser fuerte es necesario entrenar. Las disciplinas espirituales fortalecen nuestros músculos espirituales. El apóstol Pablo nos aconseja sobre estas disciplinas (1 Timoteo 6:11) y enfatiza aspectos como la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia y la mansedumbre. Cuando decidimos poner estas virtudes en práctica, marcamos nuestro carácter, para ser más como Cristo.
 
Otras disciplinas importantes son el estudio bíblico (1 Timoteo 4:13), la oración (Colosenses 4:2) y dar a los necesitados (Romanos 12:13). Cuando nos exponemos a la Palabra, ella misma ministra a nuestra vida, nunca regresa vacía y siempre trae fruto (Isaías 55:11). La oración tiene un gran poder (Santiago 5:16), nunca debe dejarse al final, debe ser nuestra primera opción en la tempestad.
 
Haga todo con amor
 
Podemos hacer muchas cosas buenas, pero si no están impregnadas del amor de Cristo, solo son ruido (1 Corintios 13:1-3). Las obras son una consecuencia de nuestro encuentro con Cristo, no un medio para la salvación, no se puede “ganar” el cielo, no es por obras (Efesios 2:8-9).
 
Las acciones cuentan tanto como las intenciones. No sirve de mucho ayudar al prójimo cuando nuestro corazón está buscando una recompensa material, emocional o espiritual (Mateo 6:1-4).
 
Muchas veces nuestro lenguaje necesita una dosis de amor. Nuestras conversaciones deben dejar bendición en la vida de nuestros interlocutores (Colosenses 4:6), desprendiendo un dulce aroma a Cristo (Efesios 5:2).
 
CONCLUSIÓN
 
La Palabra nos ofrece un kit de supervivencia, una serie de técnicas y herramientas que nos ayudan a enfrentar las dificultades. Estás técnicas incluyen mantenernos alertas para evitar ser víctimas de la tentación, permanecer firmes en la fe para apagar cualquier dardo de fuego del maligno, llenarnos de valor para desechar el miedo e inundarnos de confianza en la promesas de la Palabra, fortalecernos espiritualmente practicando disciplinas que nos ayudan a parecernos más a Cristo, y finalmente impregnar todas nuestras acciones con el amor característico de los creyentes.
 
Sobrevivir a los desiertos espirituales requiere cambiar nuestro comportamiento y aplicar técnicas muchas veces extremas, pero cuando nos movemos en la soberana voluntad del Señor, cada prueba nos vuelve más fuertes espiritualmente, y nos prepara para retos mayores. Con cada montaña conquistada, nos aproximamos más al propósito de Dios para nuestra vida, aquello para lo que fuimos concebidos desde la eternidad. En medio de la tormenta podemos acudir a nuestro Señor y ver como reprende a los vientos y al mar, y maravillarnos con la tranquilidad después de la tempestad (Mateo 8:23-27).
 
LA DECISIÓN MÁS IMPORTANTE DE SU VIDA

Dios  le ama, y entregó a su hijo Jesucristo en rescate por usted (Juan 3:16), a pesar que todos los seres humanos somos pecadores, y esto nos condena a la muerte eterna (Romanos 3:23). La consecuencia del pecado es la muerte, pero Dios le ofrece un regalo, la salvación por medio de Jesús (Romanos 6:23). Usted puede ser un hijo de Dios, recibiendo a Jesús como su salvador, creyendo en su nombre (Juan 1:12), la forma de hacer esto, es confesar nuestros pecados a él en oración; él es fiel y justo, le perdonará (1 Juan 1:9). No espere más, él está tocando la puerta de su corazón en este momento, para iniciar una relación personal con usted, que cambiará su eternidad (Apocalipsis 3:20) Reciba a Cristo como su Salvador hoy.