lunes, 28 de julio de 2014

FIRMES E INCONMOVIBLES (1 Corintios 15:58)




 FIRMES E INCONMOVIBLES

Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano. 1 Corintios 15:58 RVR

INTRODUCCION

La palabra de Dios nos anima a enfrentar la vida cristiana como una batalla, en la que se requiere que seamos firmes e inconmovibles, manteniendo un crecimiento espiritual constante, sin perder de vista que todo lo que hacemos por la obra es tomado en cuenta por el Señor. Le animo a escudriñar en la escritura para comprender estas verdades de forma personal y profunda.

ESTUDIO

Firmes e inconmovibles. Mientras caminamos en la vida cristiana, diversas situaciones pueden hacer tambalear nuestra fe. El Apóstol Pablo nos exhorta a mantenernos firmes. Tenemos una posición que defender, hemos sido comisionados para pelear ahí, y aunque la lucha arrecie, huir no es una opción, mantendremos en alto nuestra bandera, aunque nos cueste nuestro último aliento.

La obra de Dios requiere de hombres y mujeres que se enfrenten cara a cara con el infierno, esto requiere firmeza en lo mental y en lo espiritual. Es una lucha que tendremos que enfrentar todos los días de nuestra vida, y en una campaña larga las emociones pueden traicionarnos, por lo que la palabra nos llama también a ser inconmovibles, es decir imperturbables, actuando siempre por convicción.

Progresando siempre. Mantener nuestra posición no es suficiente, hemos sido llamados a conquistar,  ganar terreno. No aguantamos nuestra posición, que aguante el enemigo, nosotros avanzamos. Satanás solo tiene dos opciones: replegarse y huir o sufrir las consecuencias. En esta guerra no se toman prisioneros, vencer o morir es nuestra consigna. No nos guardamos para otra pelea, entregamos todo en cada enfrentamiento.

El deseo de Dios para los ministerios es que crezcan, el mismo otorgó dones necesarios para realizar diferentes formas de ministerio, a fin de que su pueblo sea entrenado en todas las disciplinas necesarias para lograrlo (Efesios 4:11-13). En lo personal, cada cristiano tiene una batalla que pelear cada día. Me encantaría terminar esa batalla con la solvencia que tuvo el Apóstol Pablo (2 Timoteo 4:7).

Su trabajo no es en vano. En una campaña tan grande como esta, de la que depende la eternidad de las personas, resulta fácil sentir que estamos solos en la playa, como le pasó en alguna oportunidad al Profeta Elías. Pero muchos otros están peleando en esta misma guerra, junto a nosotros o en otros frentes. Dios tiene cuidado de cada operación, de la ubicación de cada unidad táctica ministerial.

El ministerio de la iglesia aquí en la tierra es extremadamente importante, debido a que Dios lo utiliza para cambiar la eternidad de la personas. El alcance de su ministerio puede parecerle pequeño, un grupo con poca asistencia, sus compañeros de oficina, sus vecinos o su familia. Pero nada en la obra de Dios es pequeño, él puede tomar cinco panes y dos peces para alimentar a cinco mil personas (Mateo 14:13-21).

Satanás usa diferentes armas para evitar que los hijos de Dios cumplan con el ministerio que se les ha encomendado, en algunas ocasiones es la pereza (Proverbios 19:24), en otras puede ser el orgullo (Proverbios 21:4), para otros pueden ser las adicciones o cadenas de pecado que nos asedian (Hebreos 12:1); cualquiera que sea el caso, repelamos el ataque y avancemos en la obra.

CONCLUSIÓN

Hemos visto en la escritura que la firmeza con la que debemos enfrentar la vida cristiana, es similar a la requerida por un soldado en batalla, avanzando en todo momento, sin tomar descansos, ganando terreno a Satanás, cambiando la eternidad de las personas. El desanimo y otras afecciones emocionales pueden atacarnos, pero nos consuela que todo en la obra de Dios es valioso y tendrá una recompensa en el cielo.

LA DECISIÓN MÁS IMPORTANTE DE SU VIDA

Dios le ama, y entregó a su hijo Jesucristo es rescate por usted (Juan 3:16). A pesar que todos los seres humanos somos pecadores, y esto nos condena a la muerte eterna (Romanos 3:23). La consecuencia del pecado es la muerte, pero Dios le ofrece un regalo, la salvación por medio de Jesús (Romanos 6:23). Usted puede ser un hijo de Dios, recibiendo a Jesús como su salvador, creyendo en su nombre (Juan 1:12). La forma de hacer esto, es confesar nuestros pecados a él en oración;  él que es fiel y justo, le perdonará (1 Juan 1:9). No espere más, él esta tocando la puerta de su corazón en este momento, para iniciar una relación personal con usted, que cambiará su eternidad (Apocalipsis 3:20). Recíbalo como su Salvador hoy.